La bola
Te aviso para que no te pille de sorpresa: estoy muerto. Más tieso que un gato despanzurrado. El que avisa no es traidor. ¡Calma! No te pongas a chillar como un niñato. ¿Nunca has visto un muerto? ¿No? Pues ya ves, nada raro. Un pedazo de carne alimento de gusanos, así que no te creas todas esas tonterías de las películas. No mordemos. Ni asustamos, ¡qué coño de miedo va a dar una masa de materia orgánica en descomposición! Solo puede amedrentar a un estúpido. No eres de esos, ¿verdad? Pues, hala, tranquilo y hablemos de lo que te trae por aquí. Supongo que estás interesado en mi vida o, al menos, en lo que me ocurrió. La curiosidad mató al gato, ¿lo sabes, no? Para, no hace falta que me des explicaciones. A mí me da igual. No tienes ni idea de lo pasota que se vuelve uno cuando está muerto. Te lo contaré, siéntate, ¿ya estás? Pues tómatelo con calma. Take it easy , colega. Me tomaría un café, cargado y con unas gotas de aguardiente, pero ya no bebo. Ni café ni nada. Estoy muerto